7/30/2012

Capítulo 26 / El giro


Tan sólo en una semana la vida de José había dado un giro de más de ciento ochenta grados.
Ni ya era el juguete de su amante, ni estaba dispuesto a dejar que nadie volviese a manipularlo para ningún fin bueno o perverso y él solamente era el dueño de su vida y de cualquier situación que pudiese surgir en relación con su propia existencia y destino o también el de sus esclavos.
Incluso había pensado dejar el ejército si con ello lograba toda la independencia que deseaba para realizar sus proyectos y montar su propio mundo al margen de convencionalismos estúpidos e hipócritas.
Y, sobre todo, mantener una vida acorde con su condición de amo, dueño de dos jóvenes esclavos y responsable de su bienestar y futuro.
Dos criaturas que estaban en sus manos, entregadas de lleno a su voluntad y servicio, cuya única ambición era complacer, amar y satisfacer a su señor en todo lo que a él le apeteciese y se le antojase a cada instante del día o de la noche.

Raúl dormía como un ceporro, porque José le había dado un tranquilizante después del polvo, y fue Dani el primero en salir del letargo y restregarse el culo contra la verga del amo, provocándole una erección aún más potente de la que normalmente tenía antes de despertarse cada mañana.
Evidentemente eso le valió que le calase el culo como a un melón para comprobar si ya está maduro para hincarle el diente, pero lo que le clavó fue todo el carajo, dilatándole el ojete como si le metiese un pepino de los gordos.


Le atizó tales empellones que el amo tuvo que agarrarlo fuerte por las caderas para no tirarlo de la cama y que cayese en el suelo.
Pero al chico cuanto más violentos fuesen los puntazos que le diesen por el culo, más puto se ponía y sólo bastaba verle los ojos y la lengua relamiéndose los labios para darse cuenta de como gozaba la muy perra y que aún suplicaba que se la metiesen con más fuerza y mucho más a fondo.

Dani poniendo el culo se volvía una auténtica zorra.
Y José tenía que gastar muchas energías para lograr que el chaval se corriese antes que él, puesto que al amo le gustaba acabar dentro, pero notando como el esfínter del puto se cerraba y le comprimía la tranca mientras se convulsionaba soltando leche en cantidad.
Y en cuanto el amo se la sacaba del culo, a Dani le faltaba tiempo para meterse los dedos por el ano y pringarlos en el esperma acumulado en sus tripas, chupándolos después y acurrucándose junto a su dueño, aspirando el olor del semen y del sudor de José.

Su amo lo miraba y no podía disimular una sonrisa de agrado al ver la serena satisfacción del chaval que se cobijaba en él para ahuyentar los fantasmas que en otro tiempo le quitaban la tranquilidad.
Pero no tardaría mucho en sentir a Raúl moverse medio despierto y acercarse también a su amo para empezar el día con el mejor saludo que podría darle aquel hombre al que amaba.
Ya fuese la polla o un simple beso, pero, en cualquier caso, eso sería el regalo más apreciado para el esclavo.
El chico no estaba todavía como para que le diesen efusivos abrazos, ni menos, caricias algo fuertes para ponerlo cachondo y desear con más ganas que el amo lo montase o le diese de mamar, follándole la boca en lugar de dejarle al chico que succionase el pene de su dueño y obtuviese su alimento de la prodigiosa ubre como un joven cachorro todavía lactante.

Y esa mañana José no iba a usar a Raúl como le hubiese apetecido, partiéndole el culo igual que a Dani, pero sí le dejó tomarse la ración de leche para darle fuerzas y calentarle el estómago antes de levantarse.
Pero le ordenó que ese día no fuese al cuartel y un médico militar, amigo de José, le daría la baja, puesto que ciertamente el amo se había excedido con el castigo y el chaval no estaba en condiciones de prestar servicios ni al general ni a nadie.
Excepto a su dueño, si, a pesar del estado del chico, quería usarlo como ya lo había hecho por la noche antes de que el esclavo se durmiese.
Aunque José, por esta vez, prefería que Raúl se estableciese pronto de sus lesiones y gozarlo con más ganas y violencia un día o dos más tarde.

Teniendo también a Dani, el amo soportaría esa abstinencia sin tanto esfuerzo y le metería el doble de polvos a este otro.
De ahí deducía José la ventaja de tener más de un esclavo, ya que nunca se privaba de una boca o un culo para desfogar y desalojar el exceso de esperma que presionase sus cojones.
Y por lo que respecta a ciertas cosas, siempre es mejor tener dos que una. Si se usan dos, doble gozada.
Y si se utiliza sólo una, doble uso para gozarla mejor.

Desde que José tenía a sus dos esclavos se sentía diferente y mucho más tranquilo y muy feliz, a parte del placer de disfrutar con sus cuerpos y el goce sexual inmenso que ya empezaban a saber darle. José estaba contento con sus esclavos y los dos chicos solamente querían vivir por y para su amo.
Y el resto del mundo y sus problemas les traían al fresco.


El catecismo de los muchachos era muy sencillo: “Mi amo es mi dios y su palabra es la ley. Su deseo es mi placer y su placer es mi destino. Mi único fin es ser útil a mi dueño y cuanto él ordene es lo que mi mente ha de obedecer sin pensar ni cuestionar lo que a mi amo se le ocurra mandar a su fiel y vil servidor. Mi cuerpo y mi alma son suyos y no me pertenece ni dispongo tan siquiera del aire que respiro si mi amo generosamente no me permite inhalarlo en mis pulmones”.

Y así ha de ser el pensamiento del esclavo y por ello es grande y pesada la carga que debe soportar el amo sobre sí mismo.
Debe aguantar el peso de la propiedad de sus esclavos y sujetarlos para que ellos no se desplomen y sus vidas queden vacías de contenido y sin el motivo por el que justificaban su dedicación y la sumisión a su amo.
Hoy puede parecernos extraño, pero en la antigüedad se daba el caso de esclavos que rechazaban la libertad porque no sabrían sobrevivir sin la protección y el sustento de sus amos.
Lo mismo que en la llamada edad media, hombres libres decidían ser siervos de un señor para poder subsistir en un duro mundo plagado de incertidumbre, necesidades y peligros.
Incluso para ser libre hay que saber serillo y nadie lo es sólo por el hecho de vivir en un mundo en el que se proclama solemnemente como derecho de todos los hombres y mujeres la libertad.
Y esa libertad no tiene para todos el mismo sentido ni concepto.
Es un derecho, pero realmente existe a medias en algunos países.
En otros sólo es un privilegio de unos cuantos.
Y en algunos hay trabajadores con sueldos de hambre y condiciones de trabajo inhumanas, peores que si fuesen esclavos.
Y en muchas naciones civilizadas, la verdadera situación es de libertad vigilada.
Sin olvidar la esclavitud sexual a la fuerza o por necesidad económica.
O quien logra empleos, cargos o prebendas a cambio de favores sexuales, pero sin que nadie les llame putas o putos, según los casos, y luego quedan esclavizados para mantener lo conseguido gracias a sus órganos genitales.

Los esclavos de José, siendo libres, le entregaron a su amo tanto ese derecho como la dignidad de seres humanos, dueños de sus vidas y destinos, a cambio del privilegio de ser suyos y servirle sin límites ni condiciones como simples objetos cuyo uso y fin está en las manos de su legítimo dueño.
Un traspaso de propiedad consentida y aceptada sin papeles ni rúbricas por medio, pero tan firme y definitiva como un pacto de sangre.
La entrega del esclavo a su amo es absoluta y desde que su señor lo acepta como siervo deja de existir como individuo unipersonal e independiente para ser un apéndice sujeto por invisibles cadenas a la mano poderosa de su dueño.
El dios al que adorará sin preguntas ni otro planteamiento que el de ser útil y complacer en todo lo que el ser superior al que pertenece desee.
Y, a pesar de que para muchos estas situaciones no sean lógicas ni aceptables e incluso reprobables, hay amos y esclavos y viven y disfrutan sus relaciones con plena satisfacción y alegría, sin desear el esclavo cambiar por nada del mundo su estatus de sometimiento total a su amo.
Quizás a muchos les parezcan raras, pero no deben calificarlas como antinaturales, dado que han existido y existen.
Y a veces en la naturaleza, entendida como lo que cubre y sostiene la tierra o como la idiosincrasia del que nosotros mismos denominamos animal racional, se ven servidumbres que pueden ser o parecernos mucho más crueles.

José pensaba que el mundo debería estar más preocupado por todo eso más que por el tipo de relación o prácticas sexuales que se realicen entre amos como él y esclavos como sus dos chavales, a los que cuanto más conocía más los amaba.
Y por eso se estaba replanteando si era necesario y conveniente cambiar radicalmente su vida aún teniendo que empezar de cero.
Bueno, no tan de cero, ya que sus dos posesiones más valiosas eran sus esclavos y a esos nunca los dejaría en el camino hacia otra forma de ganarse su propia subsistencia y la de los chavales.

La cuestión es que, en el mundo actual, lo más fácil es sospechar de todo y prohibir lo más posible, como el mejor remedio para intentar impedir lo que se supone un peligro imprevisible o improbable.
Y lo difícil es arreglar los problemas, que a veces son la causa de tales males, y acabar con las injusticias y diferencias notorias entre mundos, que ni siquiera intentan entenderse por muchas altas cumbres de ilustres mandatarios que organicen, sin resolver casi nunca algo serio e importante para esa inmensa mayoría, de la que nadie se acuerda normalmente ni cuentan para nada ni nadie.
Ni siquiera cuando se produce una catástrofe, en la que siempre los más afectados son los más débiles y necesitados, ya que la preocupación del resto se mantiene casi siempre lo que dura la noticia.
Y luego si te he visto no me acuerdo.
O las conciencias quedan tranquilas porque ya dieron algún dinero para esas ayudas que a veces llegan tarde, mal y arrastro.
Pero seguro que esas almas caritativas, que me parecen muy bien que lo sean, lo hacen con la mejor intención, aunque luego nunca se pueda averiguar que sucede en el camino para que tales ayudas de primera necesidad no lleguen a tiempo a quienes realmente las precisa.
Y aplaudo a algunas o.n.g. que son siempre las que se parten el culo por salvar y ayudar como pueden en casos absolutamente necesarios y que debieran escocernos en la conciencia a toda la humanidad permitir que lleguen a producirse.


Y por el momento José dejó en casa a Raúl y a Dani se lo llevó con él al cuartel, pero con la orden tajante de no atender a nadie más que a él.


Y no tanto como su capitán sino como su amo.
Por el momento, del general ya se ocuparía personalmente el capitán ayudante.

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