7/23/2012

Capítulo 24 / El escarmiento


Dani, petrificado por la reacción furibunda del amo contra Raúl, no podía ni mover los pies para seguirlos y un grito airado de José, ordenándole ir con él lo arrancó de su parálisis para caminar, salvando una cierta distancia por prudencia y temor por lo que pudiera pasarle a su compañero.
No se le pasó por la cabeza que también él fuera castigado ni que el amo descargase su mal humor y cabreo con él, pero temblaba al no saber las consecuencias que podrían acarrear lo ocurrido tan sólo hacía unos minutos, cuando estaban sentados a la mesa para cenar.

José entró y empujó con violencia a Raúl, tirándolo al suelo, y sin pronunciar ni una palabra lo ató, apretando fuerte, unas cuerdas a los pulgares y las enganchó en una roldanas suspendidas del techo.
De otro cable colgado de una viga, enhebró un gancho grande y grueso, perecido a un anzuelo para pescar piezas de gran tamaño, que en lugar de un garfio en la punta curvada tenía una bola de acero de un diámetro mediano, pero suficiente para que metida por el ano del chaval pudiese sujetarlo por el culo, suspendiéndolo en el aire.


Lo abrió de patas y le amarró los tobillos a dos argollas ancladas en el piso, separadas lo bastante como para que la entrepierna del chico quedase absolutamente abierta hasta producirle dolor en la ingles.
Sólo faltaban lo adornos y como si se tratase de una árbol navideño, le colgó bolas pesadas, pinzadas en los pezones, los huevos y la punta del prepucio, agarrándole bien el pellejo, y terminados los preparativos izó al muchacho por las cuerdas atadas a los dedos gordos de ambas manos y también tensó el cable hasta elevarle las nalgas y curvarle el cuerpo al punto de casi no tocar el suelo con los pies.

El amo azotó con extremada dureza al esclavo, usando un flagelo de cuatro puntas estriado en los extremos, que restalló sobre la piel del chaval con el mismo sonido que en las ancas de un tiro de mulas para obligarlas a arrastrar una pesadísima carga por una pendiente áspera y de suelo irregular.
Y pronto el cuerpo del chiquillo quedó cubierto de rojizos verdugones.

Raúl apretaba los dientes y los párpados para no gritar e intentar sin lograrlo que las lágrimas no rodasen por su cara, aunque su cuerpo se estremecía y quejaba con algún crujido y su ánimo se quebraba por segundos.
El otro esclavo no soportaba ver la escena y quiso taparse la cara, pero el amo se acercó al chico y de un sopapo le separó las manos de los ojos y le dijo: “El castigo de este perro ha de servir de escarmiento para él y para ti y sepáis la dureza con que vuestro amo reprime la traición y el agravio que cometa un puto y miserable esclavo contra su señor y su dios. Abre los ojos y si vuelves a cerrarlos o a torcer la cara para no ver lo que ha merecido ese cabrón, tu lo acompañaras y recibirás idéntico tratamiento. Arrodíllate y si quieras reza lo que sepas, pero ni se te ocurra dejar de mirar lo que voy a hacer con esa mierda que no merece más que ser arrojada a un basurero!”

Dani no era capaz de respirar y mucho menos su mente recordaba otra cosa que pedir en silencio perdón y misericordia para su compañero.
José bajó la mano en la que sostenía el látigo y Raúl, casi sin fuerzas por el agotamiento nervioso y los azotes, pero sin expresar terror ni espanto, sino resignación admitiendo justa la pena por la grave ofensa a su señor, dijo: “Amo. No pido que me libres de un castigo merecido, pero te suplico que me perdones por no haber sabido obrar como era mi obligación como tu esclavo... Amo, escúchame...Lo que trajo mi desgracia y tu enojo es esto que me cuelga entre las piernas, que es de lo que se ha encaprichado nuestro general... Y aunque sigas despreciándome y el castigo me deje medio muerto, córtamelo después y nunca más dará motivo para ofenderte otra vez...Y si no me echas de tu lado, usa mi culo aunque ya nunca vuelva a sentir ningún goce físico al follarme tu adorada verga, mi señor... Amo, haz de mi lo que quieras pero no dejes de ser mi dueño porque te quiero y ya no entiendo la vida de otra forma que no sea servirte”.

El chico calló y su cabeza se desplomó sobre el pecho.
José soltó la disciplina y se acercó a un mueble, abrió un cajón y empuñó un hacha y un afilado cuchillo en la otra mano.
Y dijo: “Tu castigo y el escarmiento por tu estupidez empezaba precisamente por cortarte la polla y convertirte en un vil eunuco. Así que sigamos por ahí y luego ya vendrá el resto”.
Se acercó al chico y Dani gritó sin contener sus nervios: “No!...Eso no, amo”.
Y se arrastró a los pies de José besándolos y enjugándolos de llanto.
Y Raúl sin mover ni un músculo musitó: “Gracias, amo... Así ya no seré el capricho del general y mi único fin será servir a mi amo”.


El capitán agarró el pene del muchacho, estirado por el peso de la bola colgada de la punta y lo rodeó con una cuerda por su base, incluyendo también los huevos, y tiró para separarlos del vientre del chaval.
José miró hacia el espejo, luego a Dani, pensó unos segundos y alzó la macheta, manteniendo el cuchillo en la mano con la que sujetaba la cuerda, y dijo: “Será mejor sajar también las pelotas, porque así sólo serás una puta perra cuya utilidad será la de servir de zorra”.
Y, después de volver a ver hacia el esclavo que aún seguía postrado a sus plantas, con toda la fuerza de su musculoso brazo derecho, en el que se marcaban las venas ramificadas como raíces de un grueso árbol, lanzó el machado contra el espejo, que se desmoronó cayendo al suelo hecho trizas, dejando a la vista el rostro sobresaltado del general, que, sentado en un sillón de cuero, se fumaba un puro y tomaba una copa de brandy, que se derramó por el suelo del susto.

El general se puso en pie y gritó exaltado: “Qué coño te pasa, José! Te has vuelto loco? Cumple con tu misión! Te olvidas que soy tu general? Ponte firmes ante tu superior! Y para que carajo te crees que te regalé a esos dos cretinos? Supongo que el castigo es porque te contó lo que hizo esta tarde aunque se lo prohibí. Y por eso merece que se la cortes y que luego lo despellejes vivo por imbécil. Y se ha creído que era mi capricho, el muy zafio! Hay mil chulos mucho más baratos y mejores para ser usados como hicimos hasta que te encaprichaste con ese otro mierda que tienes a tus pies lloriqueando como un perrillo faldero. Y basta ya de tonterías...Sigue con el castigo, que un general todo puede taparlo y hacer que nadie se ocupe de esta escoria que metiste en tu casa”.

Los chicos ni respiraban y José, muy tranquilo, bajó a Raúl, desatándolo y sacándole del culo el garfio y quitándole también las pinzas con los pesos.
Y sosteniendo al chico en los brazos los posó sobre un catre y le dijo al general: “Eres mi general, y como tal te obedezco en lo referente a los órdenes militares y siempre que no se excedan de las ordenanzas. Aquí y ahora eres Alfonso, mi amante, pero se acabó el juego. Tu frustración ha ido demasiado lejos. Este chaval es tan noble que no dijo nada que tú le prohibieses y por no decírmelo lo castigaba por desleal y agraviar a su amo. Y hasta aceptaba con que lo capase de un tajazo si con eso evitaba volver a ofenderme. Fíjate hasta que punto me ama!Y no hacía falta que contase nada porque sé que pasó y cual es el motivo de tu rabia y tu odio hacia cualquier hombre joven. Y mucho más si encima es guapo y su cuerpo es hermoso, como sucede con estos dos muchachos”.

 El amo se volvió hacia Raúl y continuó: “Alfonso, tú me metiste en este mundo de la dominación para satisfacer tu perversidad y tus complejos por lo que siempre has creído que suponía una falta de virilidad y de hombría en un militar de tu rango e historial, pero no es así. Estas equivocado puesto que todo eso no está en un pito erecto, sino en el corazón de un verdadero hombre y eso si le hace ser un macho. Qué más da que tú me follases a mi o que yo te diese por el culo a ti! Somos dos hombres que se amaban y gozaban con el sexo o simplemente con besarse y acariciarse, pero no te bastó eso y quisiste ver usar y sufrir a muchachos enteros, fuertes y viriles para encubrir tu complejo y tu impotencia mental, más que la física. Y por tu ansia de espectáculo morboso llegamos a esto”.

José respiró hondo y prosiguió: “Para cazar carne fresca para tus orgías encubiertas y solitarias, escondido tras un cristal, en el campamento vi a este joven hermoso y atractivo, que me gustó y al conocerlo más a fondo nació en mi un sentimiento distinto al que siempre sentí por ti. Y creo que me enamoré del crío y no sólo por su belleza ni por su precioso culo, sino por el maravilloso ser que hay en su interior. Pero el azar también quiso poner en mi camino al otro chiquillo, al que en un principio casi odié por lo cruel y egoísta que fue con su amigo y por no comprender y saber superar un complejo de macho mal entendido. Pero siempre se ha dicho que del amor al odio hay un paso y viceversa. Y a pesar de que nunca se lo demostré y seguí tratándolo con rudeza, soportando entregártelo por haberte encaprichado tú de su espléndida verga y de sus preciosos cojones, también le quiero y eso me hizo reaccionar de manera desmedida viendo sólo una parte del problema que atormentaba al chaval y no quería decirlo. Y que ahora ya lo entendí perfectamente y sé el motivo real por el que no habló Raúl”.


El capitán con los ojos húmedos siguió: “A ti te importaba una mierda que dijese o no que te había metido su polla por el ano y seguro que te llenó por lo menos dos veces la tripa con su leche sin sacarte la verga del culo, porque le obligaste a ello con alguna amenaza. Al contrario estabas deseando que yo lo supiese. Pero el chico no quiso confesármelo, para no hacerme daño ni que sufriese por lo que entendió como una traición de mi amante, que eres tú, y de él que es mi esclavo, ya que, además de follarte, comprendió que tus verdaderas intenciones eran una artimaña para impedir que otros te robasen ni una milésima parte de mi amor hacia ti. Y Raúl pensó que ocultándomelo me ahorraría el sufrimiento de saber que tu intención, movido por los celos, era separar a Dani y a él de mi lado y enviarlos de nuevo con su antiguo capitán o a cualquier otro lugar suficientemente lejos para olvidarlos. Me equivoco, Alfonso? Lo que no entiendo es como fuiste tan tonto y dejaste que Raúl lo intuyese? Bueno. Quizás fue a propósito también. Es lógico. Así, aún privándote de un capricho tú mismo, pretendías recuperarme a mi para ti solo otra vez y evitar que no me encariñase más con los dos chicos. Pues pudiste ahorrarte el trabajo porque ya era tarde para no quererlos a los dos”.

José miro fijamente a los ojos del general y dijo: “Lo siento Alfonso, porque aún te quiero, pero no sigo con tu juego. Si de verdad me amas como dices, admite tu situación y da la cara. Aún estás a tiempo. Participa conmigo y mis dos esclavos en nuestra vida y nuestros juegos sexuales, pero sin odio y sin afán de hacerles daño, ya que sólo te lo haces a ti mismo. Son mis esclavos y yo soy responsable de su seguridad y de que sus vidas sean felices para servirme mejor y tal y como yo deseo. Si quieres oírlo de mi boca, abre bien los oídos y escucha. Los amo a los dos y nunca lograrás separarme de ellos. Y menos quitármelos. Ya son míos y para siempre, Alfonso. Y quien manda sobre ellos y dispone de sus vidas y sus cuerpos soy yo exclusivamente, porque tú no sabes ser un buen amo ni como tratar a un ser que se entrega sin reservas a su dueño. Mañana tapiaré ese espejo y piénsalo si realmente quieres continuar siendo mi amante en las condiciones que yo te impongo. Y desde luego no está en mi intención privarte de gozar de esta maravilla que ya has tenido dentro de tu cuerpo. Pero con mi aprobación y consentimiento, ya que estos dos hermoso ejemplares sólo son de mi propiedad y pueden hacer gozar a quien yo diga y como yo quiera”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario