6/28/2012

Capítulo 17 / El amante



“Buenos días mi general”, saludó José al entrar en el despacho de Jefe del cuartel.
El general, sentado en su mesa miró al capitán y le preguntó: “Qué tal llegaron tus chicos?”
“Bien, señor. Uno es encantador y el otro lo será muy pronto. Pero por ahora aún está en adiestramiento, mi general”, respondió José.
“Vamos, José, Que estamos solos. Deja el tratamiento... Ven y dame un beso”, dijo el jefe.
“Aquí?”, se asombró el capitán.
Y el jefe dijo: “Vaya. Seguro que tu te follas a los chavales en el despacho y te asusta darme un beso a mi aquí, donde no puede entrar nadie sin permiso! Cuantos años hace que eres mi amante, José”.
“Muchos, Alfonso. Desde que nos conocimos en al academia siendo yo un cadete y tú un profesor”, contestó el capitán.
“Y aún me quieres?”, pregunto el jefe.
“Sabes que sí. Más que nunca. Y por ti hago todo esto”, contestó José.
El general dijo: “Lo sé, José. Y te agradezco tu amor y entrega durante todos estos años. Y ahora soy general y todo será mucho más fácil para nosotros. Ya ves lo sencillo que fue conseguir a esos dos mozalbetes tan monos. El puto cabrón de la medallas de guerra debe andar jodido por el desierto. A ver si se lo follan y se relaja de una puta vez. Que tipo más zafio y cretino! Y realmente maltrató tanto al asistente?”
 “Sí. Mucho. Como para fusilarlo por cerdo y animal. Y el otro mocoso también le hizo de las suyas al pobre infeliz”, aclaró José.


“Pobre chico... Y ahora que tal está?”, inquirió el general.
Y José le dijo: “Bien. Es un chaval muy majo y tiene buen corazón y un culo que dan ganas de comérselo. Le dije que le hiciese al otro lo que le diese la gana para vengarse y le dio un beso en la mejilla. Inspira cariño y es como un cervatillo desvalido. Me gusta”.

El general se levantó del sillón y se acercó a José. Y le preguntó: “Te gusta o le quieres? Sientes compasión solamente o hay algo más?”
José miró a su amante y le contestó: “Alfonso tu eres mi vida desde que nos conocimos y te quiero más que a nadie en este mundo. No tengo otra familia que tú. Eres mi amante y mi padre, también. El resto sólo son cuerpos para usar y que tu disfrutes viéndolo”.
El general sonrió pero añadió: “José, eso quizás fuese así hasta ahora. Pero nunca metiste en tu casa a ningún chaval de los que has usado para complacerme, ni te has empeñado en rescatarlo de las manos de otro para que fuese tu esclavo. En todos estos años me has hecho muy feliz y has conseguido que recuperase la ilusión por vivir después del desafortunado accidente en el que perdí a mi mujer y la hombría”.

 
José lo interrumpió y le dijo: “Eso no lo acepto, Alfonso. Tú desgraciadamente perdiste a Ana, pero no dejaste de ser todo un hombre por quedar impotente por las lesiones. Yo te amo y siempre me has gustado como hombre y como persona. Y nuestros ratos de sexo han sido entre dos machos. Hay muchos que sin perder la capacidad viril sólo les gusta poner el culo y que otro tío se los folle. Como es el caso de esa criatura que ahora tengo conmigo y de todos los que pasaron antes por mi cama, para que tu desde tu punto de observación lo vieses y luego disfrutásemos los dos solos con nuestro amor y nuestros juegos sexuales. Y ahora será lo mismo. Yo usaré a los dos chicos y los follaré como hice ayer con Dani, mientras tú lo veías tras el espejo. Lo único que aún no has visto es como le doy por el culo al otro o le zurro, pero eso pronto lo verás también. Te gustó la sesión de ayer?”

El general se lo pensó un minuto y contestó: “Mucho. El chico es verdaderamente guapo. Pero no sé si le estaremos haciendo daño, porque me dio la impresión que no sólo disfrutaba con el sexo sino que además gozaba porque eras tú quien lo usaba y lo follaba. Creo que se está enamorando de ti, José. Lo cual tampoco me extraña, dado que yo también lo estoy desde que te vi por primera vez en la academia. Eras tan joven y tan arrogante! Y con ese cuerpo con el que te parió tu madre, la pobre. Yo no tuve hijos, pero te encontré a ti y colmaste mi vida asumiendo todos los papeles al faltar mi mujer. De hijo y de amante. La verdad es que quien prueba esa verga no puede olvidarla fácilmente. Por eso temo que ese muchacho sufra si llega a saber por que lo tienes en casa y lo disfrutas de ese modo”.

José se asomó a la ventana y le aclaró al amante: “Alfonso, duermo en la misma cama con ese muchacho y me gusta tenerlo abrazado y besarlo y cuidarlo. Y creo que así compenso todo lo demás. Le tengo cariño. Quizás siento lo que nunca sentí por otro chico de los que use hasta ahora y me gusta mucho estar con él y tocarlo. Es muy cariñoso y agradece hasta una mirada cuando ve en ella algo de calor humano. Me gustaría que lo conocieses mejor y que llegases a tenerle afecto también. No tiene por que sufrir por lo nuestro. Estoy seguro que lo comprendería y no le importaría en absoluto servir para darte placer viendo como yo lo disfruto para gozar los tres al mismo tiempo. Pero por ahora es mejor que ninguno de los dos sepa que tú también estas detrás de un espejo. Sólo podrán saber que tu casa esta pegada a la mía. Te quiero, Alfonso. Y pase lo que pase con ese chico, tú estarás ahí conmigo siempre”.

“Esta bien, capitán. Preséntame a mis nuevos asistentes. Bueno a ese mozo tan cándido porque al otro ya le vi la cara en el campamento cuando le di las órdenes para él y su compañero de tienda. Y no creo que el ascenso a general me haya cambiado para que no me reconozca ese rufián. Menos mal que nunca te vieron allí o no se dieron cuenta y pudiste cazarlos a los dos más tarde. Que pasen”.
 
Los dos chicos entraron en el despacho del gran jefe y tan firmes y serios estaban al saludarlo que Raúl no se percató que era el mismo coronel que mandaba el regimiento en el que prestaba anteriormente servicio, pero ahora con galones y mando de general.
Y por eso José pudo planear el hacerse con Dani para ser su esclavo.
Pero al ver como se las gastaba el otro mozo jugando a ser chulo más que amo y comerciar con el compañero, decidió quedarse con ambos y someterlos a su dominio, adiestrándolos para servirse mejor de ellos y montar las sesiones de sexo duro para su deleite y el de su amante.




Lo que no contaba José era con la bondad y ternura de Dani y esa mirada inocente y dulce del jodido crío.
Puesto que en el cuerpo y en el culo ya se había fijado al verlo en el campamento con el otro capitán del demonio y con su puto compañero de tienda.
José, aunque estaba de permiso, fue allí pare pasar unos días con su amante, el entonces coronel del regimiento, y se quedó con el muchacho al verlo tan triste y decaído.
El resto no hace falta volver a contarlo.

“A sus órdenes, mi general”, saludaron los dos soldados al unísono.
Y el jefe dijo: “Descansen soldados. Son mis asistentes y los de mi ayudante, así que no hace falta tanta parafernalia ni tanto taconazo y hostias en vinagre cada vez que entren para algo o les llame. A Raúl ya lo conozco del campamento pero a Dani aún no lo había visto. Déjeme quedarme con su cara para que la próxima vez que entre no crea que es un extraño”.

 El general le echó una ojeada al chaval y se fijó de reojo en la cara de pasmo de Raúl al darse cuenta que estaba ante el mismo que le entregó a Dani a su cuidado, dándole los órdenes y el permiso para irse juntos del campamento; y tembló.
Si el capitán hablaba, estaba perdido.
Y su destino como esclavo ya era definitivo.
Así que era mejor asumirlo cuanto antes y entregarse totalmente a su amo para lograr su perdón y que lo tratase como a Dani, si eso era posible todavía.

Y volvió a hablar el jefe: “Bien. Parecen buenos chicos los dos. Pueden retirarse, pero no se vayan muy lejos que en cualquier momento tanto yo como mi ayudante podemos necesitar sus servicios”.
“A sus órdenes mi general”, dijeron los dos soldados y se fueron.
Y el general se dirigió a su ayudante: “Supiste elegir, José. Me gustan los dos, pero ese crío que te hace latir el corazón más de prisa es verdaderamente guapo y no me extraña que te guste tanto. Ayer no lo vi tan de cerca ni tan al natural como ahora y es encantador, desde luego. Creo que esta noche disfrutaré más con la sesión. Pero que sea con los dos. El otro está muy bueno, el muy hijo de puta. Y quiero verlo en pelotas cuanto antes. Y se duro con él porque necesito algo de distracción y aliciente para ocupar este puesto. Y con el otro no seas demasiado blando, que se te nota mucho y se te va a ver el plumero antes de tiempo. Deja que crea que aún no te ha conquistado”.

José intervino y se defendió: “Alfonso. Lo que pueda llegar a sentir por el muchacho no me va a ablandar ni a dejar de tratarlo como un esclavo. Y creo que ayer le metí bastante caña al chaval para ser su primera sesión. Precisamente si me gusta es por su condición sumisa y obediente, además de ser un chaval cariñoso y muy agradable en todos los sentidos. Pero yo no concibo el sexo de una forma que podríamos llamar tradicional. Para mi, desde hace tiempo, el placer consiste en dominar y usar a otro tío como me de la gana y abusar de su cuerpo y de su mente hasta someterlo a mi capricho absoluto. Excepto contigo, que es diferente. Y si te gusta ver como uso a otros es porque también quieres verme feliz y gozar con mi satisfacción mental y sexual. No es cierto?”
Y el general le dijo: “En parte sí y en parte porque me gusta verlo. Por eso quiero que lo hagas como yo te digo. Y que, como siempre, reserves algo de leche en tus pelotas para mi. Aunque últimamente no lo hagamos demasiado a menudo. La frecuencia de nuestros encuentros sexuales se va distanciando cada vez más, pero eso no importa. Me siento feliz de la otra manera. Y ahora vete y dales un repaso a tus chicos si te apetece. Que de sobra sé como se te ponen los cojones si no los vacías con cierta frecuencia. Venga follador. Rómpeles el culo y llénales la barriga de leche a los dos”.

“A sus órdenes mi general. Será como ordene y me los calzaré a ambos, mi general”, contestó el capitán, riéndose con su amante, que añadió:
“Serás cabrón!. Vete antes de que te de una colleja.
Pero disfrutalos que merece la pena”.

Y el capitán abandonó el despacho del general para reunirse en el suyo con sus dos asistentes esclavos.

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